
Este año ha sido un poco revuelto. Después de anulársenos todos los viajes que teníamos previstos para el año pasado, tanto con Sandra como con mi familia, llegó tercero de carrera. Un curso difícil, con asignaturas un poco pesadas y mucho volumen de trabajo.
Para avanzar trabajo y acabar la carrera, si todo va bien, en mayo del año que viene, decidí hacer las prácticas universitarias este verano, así que la mayoría de las vacaciones he estado trabajando como “aprendiz de biólogo”.
Tengo pensado hacer una entrada sobre eso, aprovechando que he podido hacer fotos a un grupo de animales que hasta ahora casi no había tenido contacto con él, así que ya lo veréis más adelante.
Pero bueno, que me voy por las ramas… La cosa es que estábamos Sandra y yo a mediados de agosto, después de un año cansado, sin ningún plan para las vacaciones y viendo que todo el mundo estaba empezando a viajar. Así que nos pusimos a barajar opciones y en menos de dos semanas estaríamos volando hacia África para hacer un increíble safari fotográfico por Tanzania y disfrutar de unos relajantes días en Zanzíbar.
Parque Nacional del Lago Manyara. Safari fotográfico
Domingo 29 de agosto
¡¡Son las 7 de la mañana y ya estamos en Tanzania!! Después de todo un día de nervios haciéndonos PCRs, preparando las maletas y un largo vuelo haciendo escala en Qatar a casi 40 grados a la 1 de la madrugada, nos encontramos sobrevolando el Kilimanjaro al amanecer, una primera vista de Tanzania inmejorable.
Aterrizamos, y después de dos horas de controles, visados y pruebas rápidas del Covid, conseguimos salir del aeropuerto.
Allí nos esperaba el que iba a ser nuestro guía durante los siguientes días, Ibrahim. Rápidamente, salimos en dirección al primero de los parques que íbamos a visitar, el lago Manyara.
Antes de llegar ya empezamos a ver los primeros animales en la carretera, Papiones.
Al entrar en el parque, antes de empezar el Safari, paramos a comer. Mientras tanto, oíamos cálaos de mejilla plateada y allí ya vimos el primer bimbo para mí, el mono azul.

¡¡Empieza el safari!!

Por la tarde, después de vadear algunos tramos de agua con el Toyota, ya conseguimos ver 2 de los impresionantes Big 5; elefantes, algunos muy cerquita y algunos otros con patas de más (como el de la foto) jeje; y los reyes y reinas de África, leones. Vimos 3 leonas descansando en un árbol, aunque un poco lejos. Más tarde, pudimos disfrutar de una pareja de leones más. ¡¡El primer macho!!
Estuvimos esperando un rato más, a ver si los leones se movían, pero parecía que no tenían mucha intención, así que nos fuimos a buscar los impresionantes cálaos, pero no fue hasta que nos íbamos a ir que conseguimos ver uno bien, despejado, y hacer alguna foto al contraluz.
Una vez ya se puso el sol, fuimos de camino al camping donde íbamos a pasar la noche.
Al llegar y hacer el check-in, nos comentaron que algunas veces los hipopótamos se paseaban por las noches para pastar la hierba, pero que estuviéramos tranquilos.
Por supuesto yo estaba emocionado planeando verlos al amanecer, pero a Sandra no le hizo especial ilusión, que digamos…
Después de una cena genial, hecha por el cocinero que llevamos al camping, y las primeras cervezas tanzanas del viaje, dimos un pequeño paseo por las zonas iluminadas y tras ver unos gekos, directos a la cama.
Parque nacional del Serengeti. Safari fotográfico
Lunes 30 de agosto
Antes del amanecer ya estábamos en pie y con las pilas cargadas. Desayunamos rápido con Ibrahim y nos pusimos en marcha en dirección a uno de los parques que hay que visitar al menos 1 vez en la vida. ¡¡El Serengeti!!
-Una de las cosas que más me ha gustado de Tanzania es que todo es muy salvaje. A partir de que entras en el área de conservación del Ngorongoro, los animales se mueven libremente por todo el territorio. Da una sensación de más naturaleza, de más salvaje. Es como siempre me había imaginado África-.
En el Área de conservación del Ngorongoro el paisaje es impresionante y durante el roadtrip ya vimos algunas especies chulas, sobre todo de aves. Vimos los primeros avestruces, las primeras cebras y jirafas y bastantes avutardas kori, que se resistieron en Kenia y son alucinantes.
Después de algunas paradas para hacer fotos, llegamos a las puertas del Serengeti. A partir de aquí ya está prohibido que viva nadie en el interior del parque y, para que os hagáis una idea, el Serengeti es aproximadamente la mitad de la superficie de Cataluña… Es decir, ¡enorme!

En el pícnic donde paramos a comer, aprovechamos para hacer fotos a algunos pájaros; estorninos metálicos, cucales, etc. También fotografiamos algunas agamas con colores impresionantes. No me llevé el macro así que me tocó disparar con el 500…
Mientras esperábamos a que el guía pagase la entrada al parque, Sandra vio un pequeño ratón que correteaba por ahí, y con lo que me gustan los mamíferos, me faltó tiempo para estirarme y hacerle algunas fotos.
Entramos al parque, la primera parte estaba recién quemada así que la pasamos rápido. Fuimos, directos hacia el centro del Serengeti. De camino vimos algunas de las especies típicas de la sabana, alguna avutarda más e incluso una familia de mangostas.
El campamento lo tuvimos prácticamente solo para nosotros y los dueños fueron súper amables. El sitio era súper cómodo, pero eso sí, para ducharte había que avisar al personal para que te calentaran el agua y fueran rellenándote el tanque, así que duchas cortitas.
Uno de los animales que más ganas tenía Sandra de ver eran los hipos y como en Manyara no nos vinieron a visitar, y en Kenia también me quedé con las ganas de verlos bien y con buena luz, el primer día de Serengeti ya fuimos directos a una piscina (tramo del río que queda con un remanso de agua cuando baja el caudal) que estaba llena de ellos. Como dato curioso hay que decir que olimos la piscina antes de verla jejeje.
Estuvimos fotografiando algún momento de acción cuando se movían, además de algún que otro bostezo. Ya cuando el sol había caído, comenzamos la vuelta hacia el campamento.

De camino vimos una leona que estaba acechando unas gacelas de Thompson. Intenté hacer algún barrido, pero después de apenas 2 fotos, la leona se sentó y se quedó allí quieta.
El safari fotográfico seguía sobre ruedas… Cenamos genial, una duchita rápida y de vuelta a descansar.
Martes 31 de agosto
Primer día entero en el Serengeti.
Desayunamos unos pancakes buenísimos, un café y a correr. En la salida del sol hicimos algún contraluz a algunas jirafas y algunos barridos a un par de hienas.

En un momento, en la radio dieron el chivatazo de que un leopardo tenía una presa. Fuimos hacia la zona donde se había visto y ya vimos el cadáver y unos cuantos coches más a parte de nosotros.
Vimos el leopardo a lo lejos, un macho grandecito. Todos los coches se empezaron a mover hacia él, excepto nosotros que nos quedamos al lado de la presa. Con el movimiento de todos los coches e incluso algún camión lleno de turistas, el felino decidió irse. A pesar de que lo vimos bastante bien caminando, fue una lástima verlo con tantos coches, sobre todo los que fueron persiguiéndole. Pero bueno, tercero de los Big 5.
Continuamos la mañana y encontramos un grupo de leonas comiéndose lo que parecía la cabeza de un topi u otro antílope parecido. Hicimos unas cuantas fotos y, a lo lejos, vi un grupo de damanes en un kopje (la formación rocosa típica del rey león). Estuve haciéndoles algunas fotos y, en otro kopje vimos una leona con leoncitos muy, muy pequeños. Una lástima que estuvieran tan lejos.

Durante la espera por ver si las leonas se movían vimos búfalos, cuarto de los Big 5.
Ya hacia el mediodía vimos una guepardo con crías comiendo. Lástima que también estaba un poco lejos… Pero bueno, de momento éxito, hasta el momento habíamos conseguido ver los tres grandes felinos.
Por la tarde no tuvimos mucha suerte y a parte de entretenernos con algún que otro grupo de leonas, más cerquita y más tranquilas, no vimos mucha cosa más. De vuelta hacia el campamento empezó a diluviar. ¡Vimos algunas gacelas aguantando el chaparrón y como sorpresa una tortuga leopardo!
Después de cenar, preparándonos para ir a dormir, llegó el momento divertido del día. Sandra entró al lavabo, bueno, a la tienda que hacía de lavabo y de repente la vi salir corriendo y me dijo: “hay un bicho con cola larga ahí dentro”. Yo ya pensé que había entrado un ratón, alrededor del campamento había muchos. Pero en cuanto le pregunté a ver dónde estaba y me dijo que en el techo ya me puse nervioso… Entré y efectivamente, un lirón gris africano. Preparé la cámara rápidamente y le hice algunas fotos.

Miércoles 1 de septiembre
Fuimos en busca del rinoceronte, pero no hubo suerte. Aún así, pudimos disfrutar de varias especies de aves, entre ellas marabús (que en Kenia los vimos muy lejos) y otra nueva especie de mamífero, el reedbuck , además de todos los animales comunes. Al mediodía paramos en un Kopje que tenía dibujos de los primeros Masáis y nos hicimos algunos selfies.
Por la tarde, después de comer, dieron el chivatazo de un leopardo. Estaba estirado y cuando llegamos había ya varios coches allí. Decidimos esperar para ver si había suerte y el leopardo se movía. Muchos coches se iban yendo, algunos otros llegaban, pero pasaban los minutos y el leopardo seguía igual.
Al cabo del rato se empezó a oír murmullo entre los coches. ¡Otro leopardo! Hice algunas fotos de este, que era más pequeño, bebiendo agua del charco de una piedra. Lo perdimos entre la maleza y volvimos a esperar.
Después de un buen rato sin ver nada y habiendo cambiado el coche de sitio, ya cuando era casi de noche, se movió un tercer leopardo, este muy pequeñito. Con mucho sigilo pasó cerca de nuestro coche (los demás estaban algo alejados esperando a ver si el primero de los leopardos se movía) y lo vimos perfectamente. De camino al campamento, vimos hienas y también una leona muy cerca del coche.

Jueves 2 de septiembre
Eran las 5:45 y después de cargar pilas en el campamento, nos dispusimos a ver qué nos deparaba la última mañana en el Serengeti.
En la salida del sol nos entretuvimos con unas gacelas de Thompson, pero rápidamente dieron el chivatazo por la radio que la guepardo con crías se estaba moviendo. Nos pusimos en un camino que cruzaba la dirección que estaba siguiendo el animal y a lo lejos ya vimos un coche que tenía montado un gimbal enorme en el capó y que resultaba tener permisos especiales para moverse a su antojo (ya lo habíamos visto hacía un par de días grabando a la misma guepardo) que la estaba siguiendo de cerca.
A los pocos minutos, vimos a la guepardo sentada en un montoncito de arena. Ibrahim ya nos dijo los planes del animal. Estaba buscando comida.
Al rato continuó su marcha, encarada justo hacia nosotros. Cada vez se acercaba más. Las crías no se veían debido a que la vegetación estaba algo alta. Ya la teníamos al lado, la 1D X Mark II echando fuego y yo, como siempre, emocionadísimo.
Quité el 1.4x, y la guepardo cruzó el camino. Detrás de ella las crías, en total tenía 4, ¡qué bonitas! Ya sin parar de caminar, los 5 iban en dirección a unas gacelas de Thompson. Estaban lejos y no había caminos que nos llevasen hacia ellos, así que de los 3 coches que estábamos allí, solo la siguió el de los permisos especiales… La guepardo echó a correr y con ella también las gacelas. Yo pensaba que estas empezarían a correr en nuestra dirección, pero tuvimos “mala suerte” y arrancaron justo en la contraria. Aún así, Sandra y yo flipábamos… Pocas veces tienes la suerte de ver al animal más rápido del planeta en acción, aunque sea de lejos.
Después de esta increíble experiencia, nos encontramos con una gran familia de leones. Había unos 17 contando crías. Como ya la luz no era muy buena y no teníamos nada más que hacer, nos quedamos con ellos para ver si se movían hacia una sombra cercana. Lástima que nos teníamos que ir en dirección al Ngorongoro y solo pudimos ver una hembra y un macho moverse. Buen día final del Serengeti.

Volvimos sobre nuestros pasos, hacia Ngorongoro. En la salida del Serengeti pudimos ver otro guepardo y más tarde, otra silueta que no reconocimos a la primera. Tiramos marcha atrás y ya lo identificacamos, un lobo dorado africano. Había muy mala luz pero le pude hacer algunas fotos testimoniales.
Llegamos al camping del Ngorongoro. Dónde plantamos la tienda, había una madre de cobo de agua con su cría y un grupo de cebras. Cenamos, nos fuimos a dormir y durante la noche, a parte de pasar muuucho frío, escuchamos como algunos animales comían cerca de nuestra tienda. Estuvo muy chulo.
Área de conservación del Ngorongoro. Safari fotográfico
Viernes 3 de septiembre
Llegó el tan ansiado día, ¡bajamos al cráter del Ngorongoro! Un sueño.
Nos despertamos pronto para sobre las 6:10, aún de noche, estar ya en el cráter.
Buscamos el rino negro, a ver si había suerte durante las primeras horas cerca del bosque. No la hubo de momento. Salimos del bosque y vimos un grupo enorme de hienas. No sé cuantas habría. También había lobos dorados africanos y un chacal de lomo gris (del que no me percaté hasta ver la foto en casa). Estaba entretenido fotografiando las hienas cuando Ibrahim empieza a decir, “lion, lion”.
Venía de cara, hacia las hienas, acechándolas. Le empecé a hacer fotos, cada vez más cerca, hasta que pasó por delante del coche. Detrás, a lo lejos, venía otro. Este no impresionaba tanto como el anterior, pero aún así era un macho de león caminando de frente.

Fueron hacia donde estaban las hienas, las asustaron y estas salieron por patas de ahí.
Al cabo de unos minutos, supongo que no habría comida, los dos machos se giraron y empezaron a caminar de vuelta hacia nosotros. Los seguimos un poco, pero dieron el chivatazo de rino negro justo por donde habíamos pasado antes.
Fuimos a probar suerte, pero el animal es bastante tímido y lo habían visto escasos segundos. Así que, en nada, después de ver unas leonas que estaban cerca de allí, retomamos nuestra marcha.
El plan para hoy era rino, cánidos y felinos pequeños, así que nos pusimos a buscar. Durante la mañana disfrutamos de este impresionante parque, hasta el momento es, sin duda, el mejor espacio natural en el que he estado. Dentro del cráter hay agua, y como os dije al principio, los animales se mueven bajo su libre albedrío por toda el área de conservación y parques naturales.
Ya bien entrada la mañana, desayunamos, vimos un macho de león más, y al cabo del rato cogimos un desvío dentro de la vuelta general al perímetro del cráter, para ir al lavabo.
Allí nos hicimos algunas fotos de recuerdo y al volvernos, en el mismo camino, veo que un animal con manchitas se mueve entre la vegetación. ¡¡Un serval!! Quizás el felino que más ganas tenía de ver. Estaba quieto, de espaldas a nosotros y como es común en la familia, pasando olímpicamente del coche, y, por supuesto, sin dignarse ni a mirarnos.
Yo estaba emocionadísimo, nervioso e intentando hacer alguna foto. Era bastante tarde, el sol ya había calentado y había bastante calima. Los coches pasaban y pasaban, ninguno esperaba más de 5 minutos. Algunos debían pensar que mirábamos hierba sola.
El gato se empezó a mover, pero se escondió tras un montículo. Esperamos y esperamos, pero no lo conseguíamos ver. Igual se había ido y no lo habíamos visto… A los 20-30 minutos ya casi con la ilusión caída, decidimos irnos. Fue poner el coche en marcha y verle la cabecita. Estaba sentado, rascándose. Se puso a caminar otra vez y fue directo hacia una masa de vegetación con agua. Se metió ahí y lo perdimos de vista. Pero fue fascinante verlo.

Seguimos la última hora del safari. A buscar el último felino que nos quedaba por ver, el caracal. Buscamos y buscamos, pero no hubo manera. Queda como excusa para volver, jeje.
En el camino vimos otro león macho, el último. Cuando ya nos dirigíamos hacia la salida, ¡plas! veo otro serval entre la hierba alta. Nos quedamos con él, de nuevo solos. Los coches pasaban y no le hacían ni caso.
Empezó a caminar, esta vez hacia nosotros. Le hicimos unas ráfagas y cuando estaba a unos 6-7 metros se estiró en un matojo, quedando completamente escondido. Esperamos ahí un buen rato, quemando los últimos minutos. Pero el bicho ya no se dejó ver más. Durante la espera, una avutarda kori se nos paseó por delante para entretenernos. A la salida vimos un par de lobos más. Les hicimos algunas fotos y ya nos dirigimos hacia el camping.
Se había acabado, y Ngorongoro nos había dejado con la miel en los labios. ¡Qué pasada! Cumplió todas mis expectativas. Me hubiera quedado una semana más allí, desde luego.
Estoy contento, ha sido un buen safari en general.
Ahora, toca volverse para el aeropuerto y mañana la segunda parte del viaje.

Zanzíbar
Sábado 4 de septiembre
Hoy volamos a Zanzíbar.
Nos despertamos a las 4:30 de la mañana y antes de las 8 ya estábamos en el vuelo hacia la isla. Al llegar a Zanzíbar, cogimos un taxi que nos llevó hasta el hotel, pero antes hicimos una parada en el bosque de Jozani a ver los colobos rojos, una especie de primate que se encuentra en peligro de extinción y cuya distribución se encuentra reducida tan solo a la isla de Zanzíbar.
Hicimos un tour guiado con un grupo de unas 8-9 personas, no era mucho lo que me esperaba… Pero bueno, pudimos disfrutar de los monos y también vimos una musaraña elefante. Me sorprendió mucho por lo grande y colorida que era. Lástima que no llevaba la cámara preparada y no pude fotografiarla.

Después de hacer unas cuantas fotos a los colobos, fuimos hacia Kizimkazi que es donde pasaríamos los siguientes tres días.
Por la tarde hicimos poca cosa, relajarnos y tomar una cerveza con un pequeño geko de cabeza amarilla (Lygodactylus picturatus).
Ya después de cenar, nos dimos un paseo por el recinto del hotel buscando algún animal nocturno, pero tan solo vimos unos gekos caseros y escuchamos un ruido de algún animal saltando de palmera en palmera, pero no conseguí ni verlo ni identificarlo.
Domingo 5 de septiembre
Nos levantamos pronto. Toca salida en barca al amanecer para intentar ver delfines.
Después de sobrepasar algunas olas y con la brisa tocándonos la cara ya vimos los primeros.
Como con los leopardos, ya había algunas barcas en la zona. De repente, el capitán que nos llevaba a Sandra y a mí empezó a decir: “jump, jump”.
Sin pensármelo dos veces, salté al agua. Al mirar hacia abajo, al cabo de unos segundos, vi a los delfines pasar por debajo de mí. Una pasada haber podido nadar con ellos.

Sandra, entre que era pronto por la mañana y que los delfines se veían bastante grandes no se atrevió a saltar.
Cuando llegamos al hotel vimos que la marea había bajado un montón. Pasó de no haber playa a tener que caminar unos 70-80 metros para llegar al mar.


En ese caminito vimos unas cuantas estrellas de mar, ofiuras y cangrejos que habían quedado atrapados en las lagunitas que dejaba la marea. Estuvimos haciendo fotos y más tarde nos fuimos a comer. Os dejo por aquí una foto de lo que estuvimos comiendo durante estos días… Todo recién pescado por los pescadores locales. ¡Buenísimo!
Por la tarde hicimos poca cosa y de cara a la noche, cuando nos íbamos a ir a dormir, escuché un chillido de un animal. Salí rápido de la habitación con un frontal para ver qué era, pero después de no ver nada y casi darme por vencido me encontré a un chico que estaba de vigilante en el hotel.
Le pregunté a ver qué eran esos ruidos y me dijo lo que yo me pensaba; bushbabies. Es decir, gálagos. Estos son un grupo de primates nocturnos. Me puse a buscar como un loco mientras Sandra ya dormía. Tenía muchas ganas de ver alguno, y al final, después de unas cuantas vueltas, di con los dos que estaban por las cercanías del hotel. Eran los que se me habían escapado la noche anterior…
Me fui corriendo a coger la cámara y un flash y me volví de vuelta a buscarlos. Estuve un buen rato y nada, no hubo suerte. Cuando ya me iba a ir a la habitación, de golpe chillaron fuerte. Estaban justo detrás de nuestro lavabo (era exterior), así que corriendo me fui para allí y conseguí verlos muy bien. Lástima que puse el 70-200 y no el 500. Pero aún así conseguí hacer alguna foto para el recuerdo.

Lunes 6 de septiembre.
Nos despertamos y tras desayunar un buen plato de fruta nos fuimos, aprovechando la marea baja, a hacer un poco de snorkel. Después de un rato esquivando erizos de mar (vaya fallo no llevar escarpines) llegamos a los corales. Allí vimos a Nemo y Dory, entre otros muchos peces impresionantes.
Estuvimos un buen rato buceando y alucinando con el fondo litoral. Qué lástima que ya se estaba acabando el viaje…
Era el último día, y solo quedaba comer la última comida tanzana y disfrutar, por la tarde, de las últimas horas de nuestro viaje por África y tomarnos la última cerveza contemplando la puesta de sol.
¡¡Ha sido un viaje de 10!! Eso sí, nos quedamos con muuuchas ganas de hacer un viaje exclusivamente de Safaris, con más días y más oportunidades. Y aunque no me lo imaginaba, también me quedo con ganas de otro viaje, diferente, de más días disfrutando de Zanzíbar, tanto por encima como por debajo del mar.
Hasta aquí la crónica del viaje, ¡¡espero que os haya gustado leer la entrada y ver las fotos tanto como a mí prepararla!! No olvidéis pasar por la galería de Tanzania, os dejo el link aquí.

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¡¡Nos vemos en la siguiente!!
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Un comentario en “Safari fotográfico por Tanzania y relax en Zanzíbar”