Aventura en Costa Rica – Febrero 2020

30/01. Después de un muy largo viaje durmiendo, comiendo y jugando al ajedrez del avión en línea con mis compañeros de viaje y universidad, Noel y Guillem, por fin llegamos a Costa Rica!! Son las 21:00 hora local, ya hemos aterrizado, tenemos las tres maletas y no nos ha costado mucho encontrar la oficina del coche de alquiler. Nada más salir del aeropuerto, ¡chof! Empezamos a sudar como pollos.

De camino a nuestro primer hotel, un poco alejado de la ciudad, cruzamos San José, cansados pero de buen humor, solo nos equivocamos dos o tres veces siguiendo a google maps…

Hacía rato que era ya de noche, llevábamos rato conduciendo y eso que no tenía que ser un viaje muy largo, pero no supimos encontrar el hotel. Nos metimos en un camino de tierra, cada vez se ponía más y más feo, Noel y yo teníamos el estómago un poco revuelto debido a la comida del avión… Nos empezó a entrar el miedo así que decidimos dar media vuelta y volver a la carretera principal, no fuera ser que nos quedáramos tirados con el coche nada más llegar, así pues, cambio de planes: dormimos en el coche.

Antes de ir a dormir salimos a dar un paseo cerca del campo base, se oían ranas e insectos así que nos emocionamos un montón. Guillem encontró una pequeña rana del género Craugastor a la que le hicimos alguna que otra foto para empezar a abrir el apetito.

Dormimos menos de 3 horas y antes del amanecer ya estábamos los tres despiertos esperando ansiosos a ver que nos deparaba la primera mañana en Costa Rica (hay que decir que mis dos compis son bastante “birders”, así que literalmente estábamos en el paraíso). 

31/01.  Coche en marcha, ventanillas bajadas, un olor peculiar a humedad, miles de aves cantando y nosotros tres que casi ni respirábamos para oírlo todo.

Íbamos de camino a San Gerardo de Dota y justo en el amanecer pasamos por un sitio donde había un pequeño estanque. Paramos el coche, los prismáticos en una mano y la guía de aves en la otra. ¡A disfrutar! Guillem emocionadísimo no sabía ni hacia donde mirar. Al principio nos costó un poco empezar a identificar aves pero rápido le cogimos el tranquillo y fue una verdadera pasada. En esa parada pudimos ver el primer colibrí, pero no lo llegamos a identificar por los nervios del momento. Vimos también algunas especies de tórtolas, papamoscas y zampullines entre otros.

Como llevábamos desde el avión sin probar bocado, fuimos al restaurante La Georgina (donde vimos por internet que tenían comederos para colibríes). ¡Menuda pasada! tardamos como 2 horas en acabarnos el plato… ¡No paraban de acercarse colibríes! vimos 4 especies distintas mientras nos tomábamos un buen pollo rebozado.

Ya por la tarde nos fuimos a ver si localizábamos algún Quetzal, yo creía que ver alguno bien iba a ser difícil, pero tuvimos muuucha suerte y en esa misma tarde vimos 3 diferentes, una hembra y dos machos (los dos sin las características plumas supracoberteras de la cola). Nos emocionamos muchísimo, este animal estaba en nuestro TOP 5 de animales que queríamos ver durante el viaje.

Ya por la noche decidimos salir en busca de herpetofauna, pero después de una buena caminata con muuucha pendiente y cargados como mulas, nos rendimos y nos fuimos a dormir de vacío.

01/02. Madrugón y espera mañanera a los Quetzales… Pasan las horas y estos no aparecen, decidimos coger el coche e ir a otro lugar a ver si teníamos más suerte.

De camino, con las ventanillas bajadas oímos el canto de un ave que nos era familiar. Paramos el coche y empezamos a mirar. De repente, Noel divisa entre las ramas de los árboles un IMPRESIONANTE macho de Quetzal con las plumas de la cola intactas y ondeando con el viento. Me empiezo a poner nervioso, corre al coche a por la cámara, el trípode y el micro, móntalo todo, configura bien la cámara para hacer fotos y grabar en vídeo… Al rato aparece otro macho también resplandeciente y se pone en un escenario más fotogénico. Me pongo aún más nervioso.

Empezamos a disfrutarlo los tres solos, una pasada de experiencia. El clímax nos duró poco… dos autobuses llenos de turistas se percataron que estábamos viendo algo interesante y se pararon a cotillear. Adiós grabaciones del canto del Quetzal… Y adiós Quetzal. A pesar de esto, fue inolvidable ver este majestuoso pájaro.

Ya con el calorcito de media mañana y habiendo comprado algo de comer, aprovechamos para hidratarnos bien y probar otro del TOP 5 del viaje, la cerveza costarricense jajaja.

Seguimos pajareando durante todo el día, añadimos varias especies chulas a la lista y algún que otro colibrí nuevo.

Por la noche, como estábamos cansadísimos de andar por las interminables cuestas de San Gerardo de Dota, fuimos a carrilear con el coche. ¡SORPRESÓN! Se nos cruza la carretera un COYOTE. Los felinos y los cánidos son mi debilidad, así que ya me veis temblando de la emoción… Aunque no pudimos hacer ninguna foto decente del coyote, de momento el viaje iba viento en popa.

02/02. Antes de dejar la cabina y por supuesto a nuestra curiosa vecina, volvimos a madrugar para quemar el último cartucho con los Quetzales. Volvimos a ver la hembra del primer día así que nos despedimos bien de esta región de Costa Rica. Hoy nos esperaba un largo viaje. Nos poníamos rumbo a la zona que National Geographic describe como el lugar biológicamente más intenso del mundo, Corcovado.

A medida que descendíamos de la cordillera de Talamanca (donde se encuentra San Gerardo), iba incrementado la humedad y el calor hasta el punto que sacamos la cámara para fotografiar un Caracara y el objetivo se empañó durante unos minutos. Con algunas paradas para ver animales, descansar y comprar cerveza y Doritos íbamos avanzando en el viaje. Y aquí llega el que yo considero el TOP 1 de animales de este viaje…

Íbamos en el coche, Noel conduciendo, yo de copiloto y el incorpóreo de Guillem (así se definía él cuando le pasábamos los trastos para que los dejara en los asientos traseros) atrás enterrado entre toda la basura y las maletas jeje. Eran casi las 12 de la mañana, hacía un sol abrasador e íbamos los tres mirando al frente. De repente, un animal cruza la carretera. Corría raro, a saltos ágiles pero a cámara lenta. Era oscuro y tenía una forma extraña; era delgado, con la cabeza pequeña, la cola larga y unas patas esbeltas y estiradas. Los tres gritando a la vez, pero creo que con el momento de confusión nadie dijo nada claro. A los 2 segundos Guillem dijo: «Un p*to Yaguarundi». Y eso fue lo primero que entendí (o al menos es como lo recuerdo). Y es que es gracioso, y os cuento por qué:

Desde antes de planear el viaje hemos estado haciendo bromas sobre este animal, sus nombres populares como por ejemplo «Gato nutria» y por supuesto sobre su apariencia física, ya que tiene una expresión bastante divertida. Pues al haber estado flipando bastantes veces con este animal, habíamos buscado bastante información y sabíamos de sobra que era casi imposible de ver. A todo eso se sumó que era posiblemente el animal que menos esperábamos encontrarnos en ese lugar y a esa hora y que, como os he dicho antes, los felinos me encantan así que, y están mis compis de testigo, estuve más de 5 minutos con la piel de gallina sin creérmelo. Dimos la vuelta tres veces, pero fue visto y no visto. Llegamos a Sierpe, emocionadísimos. De camino, al haber cambiado de clima sumamos varias especies. Dejamos el coche en el pueblo, comimos algo mientras bimbábamos el cocodrilo americano, nos conectamos a internet y cogimos la lancha en dirección a Bahía Drake. Allí nos esperaba Norlin, el dueño de las cabinas donde nos alojaríamos los siguientes días.

Comimos algo para cenar y al lío. Frontales encendidos, mochilas al hombro y a bichear. ¡Qué pasada! La verdadera esencia de Costa Rica salió a recibirnos.

Vimos varias especies de ranas y sapos, vimos un anolis y vimos las primeras serpientes del viaje, una Imantodes cenchoa y una Leptodeira septentrionalis comiéndose una rana. ¡FLIPANTE!

03/02. Hoy tocaba excursión al Parque Nacional de Corcovado, una de los sitios que más ganas teníamos de visitar. Nos levantamos pronto, desayunamos y Norlin nos bajó en coche a la playa.

Allí conocimos a nuestro guía, Melvin, y cogimos una lancha que, en una hora, nos dejaría en Estación Sirena, ya en el parque. El sitio cumplió todas nuestras expectativas. Vimos 3 especies de monos, 2 especies de trogones más (familia del Quetzal), vimos loros y guacamayos, coatíes, otras muchas especies de animales más y la que para mí fue la guinda del pastel un Tamandua mexicana, es decir, ¡un hormiguero! Mientras Melvin explicaba alguna curiosidad sobre algún árbol o insecto a todo el grupo, me dio por girarme y de repente, a menos de 3 metros, en el camino, estaba este cruzando tan pancho. Me puse nervioso, avisé a mis dos compis y cuando iba a hacerle alguna foto, Noel avisó al resto del grupo y hubo 2 señoras francesas mayores que se metieron en medio y asustaron al animal, que se retiró unos 10 metros para atrás…

Y es que esa es la principal pega de este lugar. Es necesario entrar con guía, cada guía tiene que llevar 9 personas (normalmente) y los tours son todos a la misma hora. Tampoco hay muchos caminos así que hay demasiada gente al mismo tiempo en el mismo sitio, y te vas cruzando con grupos y grupos de personas… Y eso le quitó parte de la magia a ese impresionante lugar. Aun así, como os digo, Corcovado me entusiasmó.

Comimos en el parque, cansados de haber estado toda la mañana caminando y bicheando y ya nos fuimos de vuelta hacia Bahía Drake. Una siesta, cena, y al lío de nuevo.  Esta noche fue bastante graciosa, sobre todo para Guillem que digamos que no se lleva muy bien con las chicharras… Había mil volando cerca del camino y otras mil tiradas en el suelo. Estas eran las más graciosas ya que las tocabas un poco y parecían helicópteros descontrolados. Noel y yo, viendo que Guillem iba dando saltos solo hacíamos que empujar las chicharras que veíamos en el suelo cerca de él para que le volaran encima jajaja. En el vídeo de a continuación se puede ver un poco.

Ya calmados y después de habernos reído bastante, empezamos a buscar. Fue buena noche, vimos una serpiente nueva, una Enuliophis sclateri. Y vimos varias especies también muy interesantes, como por ejemplo una pequeñísima salamandra del género Oedipina.

04/02. Nos levantamos pronto, recogimos toda la habitación y nos fuimos hacia la playa. Era el último día en Bahía Drake, bueno, mejor dicho, la última mañana. En la playa estuvimos bastante entretenidos con un grupo de Zopilotes, aunque vino un perro y nos los espantó. Luego nos acercamos a hacer fotos a una Garceta y vinieron dos hombres en una moto y también nos la hicieron volar… Por suerte, encontramos en la misma playa del pueblo una familia entera de monos capuchinos, la última especie que nos quedaba por ver. Fue una pasada, había muchos y eran muy divertidos. Eso sí, si te acercabas de más al árbol te tiraban palos, se acercaban a enseñarte los dientes o lo mejor, se intentaban cagar encima de ti. ¿Y a que no sabéis a quién le dejaron un buen regalito encima de los prismáticos? Pues sí, a Guillem jajaja.

Cogimos la lancha de vuelta a Sierpe y mientras tanto íbamos haciendo apuestas de si las maletas seguirían en el coche o, mejor dicho, si seguiría el coche. Y es que, tuvimos que dejar las maletas en el coche ya que nos habían dicho que en Drake se desembarcaba en el mar y que nos iba a costar llevarlo todo (aunque tuvimos que haberlo llevado por que luego vimos que te ayudaban y no era tan difícil). En fin, que dejamos las maletas allí y a la hora de dejar el coche en el parking, nos dice el hombre que está lleno así que teníamos que dejarle las llaves para que cuando se fuera alguno de los que estaba (todos eran de turistas que estaban en Drake), metería el nuestro. Como habíamos venido a jugar, le dejamos las llaves y confiamos en él jajaja. Al final el coche estaba bien y las maletas intactas. Este día era de vuelta y no teníamos hotel. Teníamos pensado volver por la costa pacífica, hasta  que Guillem (como no jeje), dijo que se había encontrado las llaves del hotel de San Gerardo en su bolsillo. Cambiamos de planes y volvimos por donde habíamos venido. Paramos a comer fajitas rellenas de atún en conserva que era la mitad de lo que comimos durante el viaje (a Noel no le gusta ningún tipo de pan) y vimos la primera especie de un grupo de aves que también es de los más chulos de allí, los Tucanes. Seguimos el viaje, llegamos a San Gerardo, devolvimos las llaves y fuimos a la carretera donde habíamos visto el coyote hacía unas noches. No sé si fue el cansancio, el no haber comido o el cambio de clima, pero a Noel se le ocurrió la idea de poner sardinas para ver si atraíamos al carnívoro. Después de reírnos Guillem y yo y de estar un buen rato de espera, no apareció nada y decidimos hacer una vuelta con el coche antes de irnos a dormir. Con la carretera de curvas y el conducir de Noel, que es más bien lentote, Guillem se quedó frito. Dimos media vuelta y cuando estábamos llegando al sitio donde íbamos a dormir… ¡COYOTE, COYOTE! Estaba comiendo las sardinas, tranquilo, así que me dio tiempo de sacar medio cuerpo por la ventana y hacerle una buena ráfaga. Guillem seguía medio dormido así que para cuando reaccionó e intentó hacerle alguna foto el animal ya se estaba perdiendo en el bosque… De nuevo, Noel y yo nos reímos de él jejeje.

05/02. Por la mañana fuimos a desayunar a un restaurante dónde ponían comida para las aves y ardillas. Nuestro objetivo era ver el Tucancito esmeralda, y ya casi cuando nos íbamos a ir, ¡apareció! Estuvo en el árbol de al lado y, tan solo, lo pudimos ver muy fugazmente.

Vuelta a la carretera, esta vez rumbo al Costa Rican Amphibian Research Centre, una reserva privada donde pasaríamos los siguientes dos días buscando todo tipo de anfibios y reptiles. Menuda pasada de lugar y eso que íbamos en «mala» época para ver este tipo de animales. La primera noche, nada más salir de la casa ya vimos un montón de individuos de Agalychnis callidryas. Vimos también Oophaga pumilio, la rana blue-jeans. Estuvimos bastante rato buscando y la verdad es que no se dio nada mal, añadimos muchas especies a la lista. A mitad de la noche hicimos un parón para cenar, descansar un poco y luego volver a dar una vuelta a ver si hubiera más suerte, pero mientras yo cambiaba de frontal, ellos se quedaron dormidos en el sofá, así que aproveché para hacerme un selfie, como buen amigo que soy jeje. En la segunda parte vimos varias cositas también muy interesantes como por ejemplo ranitas de cristal de la especie Taratohyla spinosa. Fue una noche muy entretenida, pero a la vuelta (había como 1,5km) Noel estaba tan cansado que parecía que iba caminando como un zombie. Es más, a la mañana siguiente nos confesó que de esa parte de la noche no se acordaba… jajaja

06/02. Nos levantamos pronto por la mañana a ver qué especies de pájaros se mueven por la zona. Tuvimos suerte y pudimos observar otra de las especies del TOP 5 de pájaros, el Tucán picoiris. También vimos Oropéndola de Montezuma, varios pájaros carpinteros y otras muchas especies de aves. Por la noche, esta vez cenamos antes de salir a bichear. Bajamos por uno de los caminos, bastante embarrado, hasta llegar a una caseta donde al lado había una pequeña charca. Empezamos a buscar y encontramos una blue-jeans y como todavía no le tenía buenas fotos, le hice unas cuantas. Al cabo de un rato se me llena la tarjeta y cuando voy a la mochila a por una de recambio, me doy cuenta que no la tengo donde siempre. A penas había empezado la noche y ya estaba sin tarjeta, así que, venga a correr camino arriba hasta llegar a la casa. Una vez allí veo que la tarjeta no está, empiezo a buscar como un loco y recuerdo que las había cambiado de sitio en la mochila para llevar un orden de las que tenía llenas y vacías, qué desastre… Otra vez para abajo, toda la carrera para nada… Lo bueno es que vi una muy chula tortuga caimán.

Después de que mis amigos se rieran de mí y de mi pésimo estado de forma, continuamos buscando. La noche se dio bastante bien. Vimos varias ranas arborícolas, una zarigüeya y un Kinkajou, que sin duda fue la estrella de la noche, aunque como podéis ver, no le pudimos hacer ninguna foto decente.

07/02. Salimos de este pequeño paraíso y nos ponemos en dirección a Tortuguero.  Como no, después de parar a comer la ya típica fajita de atún, Guillem se quedó dormido profundamente, así que Noel y yo nos compinchamos para hacerle creer que habíamos visto un Ocelote, aquí tenéis el vídeo jeje (está grabado en vertical porque era una historia para instagram).

Para llegar al pueblo hay que dejar el coche en el parking de un restaurante (La pavona) y coger una lancha, así que eso hicimos (esta vez nos llevamos las llaves jeje). Durante el trayecto en lancha pudimos ver varias especies nuevas. Algunas de ellas fueron el caimán, que vimos bastantes, aunque no le hicimos fotos a ninguno; el basilisco «plumifrons», que nos quedamos alucinados con el tamaño de los machos de esta especie; y el perezoso. ¡Por fin! hacía ya días que lo buscábamos y no habíamos sido capaces de encontrar ninguno. Lástima que no pudimos hacerle ninguna foto. Llegamos a Tortuguero y lo primero que hicimos fue ir a dar un paseo por las interminables playas del Caribe. Cuando ya era oscuro nos fuimos a comer algo y entramos a un restaurante donde los dueños eran súpermajos. Mientras cenábamos empezamos a hablar con ellos y uno nos dijo que no camináramos por una parte del pueblo (nos la señaló) ya que las dos noches anteriores un jaguar había entrado a cazar perros. Como le pasaría a cualquier fanático de los animales, se nos pusieron los ojos como platos. Al acabar de cenar fuimos a echarnos una pequeña siesta para más tarde, a media noche, obviamente, ir a dar un paseo por la zona del pueblo por donde se paseaba el jaguar, pero no hubo suerte…

08/02. Visita al Parque Nacional de Tortuguero. Como sabíamos que normalmente la gente lo que hace es hacer un safari en barca por los canales al amanecer y luego entra al parque a media mañana, lo que hicimos este primer día fue entrar nada más abrieron por nuestra cuenta. Hicimos el recorrido y fuimos directos a la playa. En esta encontramos varios rastros muy interesantes, pero el que se llevó la palma fue el de un felino de muy gran tamaño, que iba desde el parque nacional en dirección hacia el pueblo, así que intuimos que era el jaguar que nos había dicho el del restaurante. Estuvimos todo el día soñando esperando a ver si había suerte y se nos cruzaba alguno, pero no fue el caso. Durante la mañana, eso sí, estuvimos bastante entretenidos haciendo fotos a los limícolas americanos que veíamos en la playa. Estos animales siempre son muy agradecidos de fotografiar. En cuanto empezó a llenarse de gente, a media mañana, nosotros nos fuimos y aprovechamos para comer algo y hablar un poco más con la gente local. Mientras comíamos, desde el restaurante vimos volar a lo lejos dos Lapas verdes, lástima que no las pudimos disfrutar un poco más, porque es un pájaro bien bonito…

Por la tarde, entramos a última hora, a las 16:00. Y fuimos directos a hacer una espera al Jaguar. Antes de llegar a la zona donde más huellas habíamos visto, nos encontramos una muy confiada zarigüeya a la que le pudimos hacer varias fotos. Mientras hacíamos la espera, Noel, que no sabe estarse quieto, se levantó unas cuantas veces para ver si veía algo caminando por la playa. Eso sí, como sabía que se movían jaguares por allí, y sus 58kg no le servirían como defensa, cargaba todo el rato con un palo roñoso y reblandecido por la humedad jajaja.

Hacia las 17:30 se empezaba a hacer de noche y a las 18 había que salir del parque, así que apuramos hasta el máximo. Hay que confesar que en ese momento los tres íbamos un poco cagados… Sin luz, con la selva tan cerca y con el felino más fuerte paseándose cada noche por allí… solo hacíamos que mirar hacia atrás jajaja. Nos fuimos a dormir nada más acabamos de cenar… ¡Estábamos reventados!

09/02. Hoy sí, hoy tenemos reservado un tour en barca de dos horas por los canales de Tortuguero. Fuimos con un guía local del pueblo y qué alucine. Aunque no vimos nada de mucho interés, el guía lo localizaba todo y a cualquier distancia, y mira que nosotros tres estamos acostumbrados a buscar fauna… El hombre se llamaba Castor, y es muy recomendable porque tiene una lanchita con un motor eléctrico, que se agradece un montón porque no hace nada de ruido y no hay que ir remando, como en el tour que nos ofrecían en el hotel. Y lo mejor de todo, como buenos catalanes que somos, es que era más barato jejeje.

Pudimos fotografiar caimanes, iguanas, basiliscos, jacanas y varias especies más de aves de humedal. Fue muy chulo pero demasiado corto. A la vuelta no dio tiempo de hacer mucha cosa, así que nos entretuvimos con unos monos araña y una pareja de loritos enamorados.

A las 14 cogimos la lancha de vuelta a La pavona y nos pusimos rumbo a nuestro último destino: La selva. Comimos un poquito, y nos fuimos a ver si encontrábamos algún sitio para buscar herpetos, que con la tontería llevábamos vistos muchos menos de los que esperábamos.

Llegamos a una zona muy buena, menos mal que alquilamos un 4×4 porque el camino, literalmente estaba roto. Pero bueno, ni el agujero en medio de un puente nos detuvo. Teníamos muchas ganas de sacar animales y nada más llegar a la zona que creímos que era la mejor, encontramos una nueva especie de serpiente, la Leptophis depressirostris; y un lagarto que también teníamos muchas ganas de ver, el Corytophanes. Fue una noche muy productiva ya que pudimos ampliar nuestra lista de especies con varias especies nuevas. Noel se perdió algunas porque se quedó en el coche durmiendo mientras Guillem y yo buscábamos. Para buscar, lo que hacíamos era meternos por algún río o quebrada que tuviera buena pinta y mirábamos por los alrededores. La vuelta al coche fue un poco dura, no teníamos casi luz, la pila del frontal se estaba acabando y teníamos que caminar por el medio del río con la linterna del móvil… Para que os hagáis una idea, para recorrer unos 200 metros estuvimos más de una hora, pero mereció muchísimo la pena.

10/02. Último día de bicheo en Costa Rica. Hoy tocaba visitar la Estación biológica de La Selva. Este lugar es parecido a Corcovado, es decir, tienes que entrar con un guía que te acompaña y te va mostrando muchas cosas. Como llegamos pronto, mientras esperábamos a nuestro guía, nos pusimos a buscar animales por nuestra cuenta. Vimos varios tucanes cerquita, entre ellos el Tucán Aracari.

Cuando llegó, Luís, empezó el tour. ¡Otra pasada! ¡Qué montón de aves nos enseñó! De lo más interesante que vimos fueron el cotinga níveo y un tinamú grande, que pertenece al superorden de los paleognatos. También vimos un coatí, pecaríes y un perezoso, aunque estaba a media distancia.

Pero sin ninguna duda el premiazo se lo llevó otro animal muy distinto. Llevábamos desde que llegamos a Costa Rica, buscándola. Era el último día y todavía no habíamos visto ninguna Bothriechis schlegelii, la víbora de pestañas. Es más, aun no habíamos visto ninguna serpiente venenosa.

Íbamos hablando entre nosotros, haciendo coña que nos marcharíamos de Costa Rica sin ver la clásica Oropel (el morfo amarillo de esta alucinante serpiente), y Luís nos escuchó y después de reírse un poco de nosotros, nos dijo que íbamos a ir a buscar alguna. Y así fue, mientras observábamos una especie de cucos, nos dijo que tenía una sorpresa para nosotros. Miramos a través del telescopio y allí estaba. A pocos metros de nosotros, una preciosa Oropel. Nos acercamos a ella y le hicimos alguna que otra foto. Aunque no era cómo habíamos estado soñando esos días con encontrarla, al menos la habíamos visto. La ruta por La Selva fue genial, habíamos incrementado un montón la lista de aves, la habíamos dejado por encima de 175 especies identificadas (vimos muchas otras que no logramos identificar).

Así que, con esto, y si os acordáis, antes os he dicho que mis amigos son bastante birders, después de comernos unos riquísimos nachos y bebernos un par de cervezas, salimos con el único objetivo de intentar llegar a las 200. Sumamos alguna especie, pero no llegamos a las 200. 

El plan para la noche era intentar bichear hasta tarde y dormir una horita o dos, para salir de madrugada hacia San José, devolver el coche e ir hacia el aeropuerto. Así que eso hicimos, fuimos donde la noche anterior, pero nos encontramos con un gran problema… El agujero del suelo se había hecho más grande y ahora el coche pasaba justo, según mis cálculos, claro, según los de Noel nos caíamos dentro del río jajaja. Así que decidimos aparcar el coche allí e ir 1,5km a pata hasta el lugar de la noche anterior. Hacía viento y esta noche no fue tan buena. Únicamente vimos una culebra (Tretanorhius nigroluteus) descansando sobre una piedra en el río, pero no pudimos hacerle fotos.

Con esto decidimos dar por finalizado nuestro viaje a Costa Rica y nos volvimos hacia el coche. En el camino nos llevamos un buen susto. A 8 km del pueblo y ya muy de noche nos encontramos con una persona. Era un hombre mayor y, como todo el mundo allí, llevaba un buen machete de mínimo 40cm para caminar por la selva. Pero bueno, después del mini susto, estuvimos hablando con él y le dijimos de bajarlo en nuestro coche hasta el pueblo.

Así que nada, ya habíamos llegado al fin del viaje, solo quedaba hacer la maleta, una hora en coche y a la mañana siguiente, lo peor de todo, la vuelta a casa.

Al final las listas quedaron en 189 aves identificadas, 23 de mamíferos, 26 de reptiles y 27 de anfibios. Es decir, un total de 265 especies -identificadas- de vertebrados (sin contar peces) en 12 días. Para ser nuestra primera vez en selva, hemos quedado súper contentos.

Sin ninguna duda ha sido uno de los mejores viajes que he hecho. He disfrutado un montón viendo y fotografiando todo tipo de animales y encima, en tan buena compañía como son estos dos personajes con los que he vivido esta aventura.

Os dejo aquí el link a la galería con algunas de las fotos que hice.

Espero que os haya gustado leer la crónica con algunas de las anécdotas del viaje y ver un poco el «detrás de las cámaras» de estos 12 días.  ¡¡Nos vemos en la siguiente!!

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